martes, 12 de abril de 2016

El futuro no es como nos lo habían pintado


Desde que somos pequeños estamos acostumbrados a oír “tienes que estudiar para ser alguien” “sin estudios no vas a llegar a ningún lado”. Parte de nuestra infancia y sobre todo nuestra adolescencia la pasamos imaginando aquel futuro tan prometedor y tan bueno que nos espera cuando acabemos nuestros estudios.

El caso es que cuando acabas tus estudios (grados medios, superiores, carreras, etc.) y comienzan a pasar los meses y ves que no llaman de ninguna de las mil ofertas de trabajo donde te has inscrito, o que de los pocos sitios donde tienes el privilegio de hacer una entrevista siempre hay alguien con MAS “experiencia” que te quita el puesto, comienza una dura lucha interna donde empiezas a darte cuenta que la única solución razonable para poder empezar a trabajar, es dejarlo todo: tu familia, tus amigos, tu vida, si, esa tan bonita que te habías imaginado tantas veces de pequeño. Toca emigrar a otro país donde sí que valoran lo que eres y donde te dan la oportunidad de hacer aquello para lo que te has formado y te quieres dedicar.

Actualmente, en España, los jóvenes menores de 30 años y los no tan jóvenes, estamos abocados a caer en un pozo sin fondo, en el que priman los contratos de becario, contratos "relámpago" y las promesas de empleo tras la realización de algún voluntariado. Se confunde las funciones de un voluntario (que en su idea inicial es personal no cualificado para desempeñar una tarea sin remuneración) con la actual concepción de voluntariado (personal cualificado que realiza labores profesionales sin remuneración alguna).


Y en esas estamos. Es la pescadilla que se muerde la cola, piden experiencia para trabajar, pero no se trabaja si no tienes experiencia. A día de hoy ninguna o casi ninguna empresa es capaz de dar la oportunidad a nueva gente que carece de experiencia y seguramente puliéndola un poco y dándole unos meses de margen, es mucho más apta para el puesto que gente que lleva años trabajando en esa empresa y que al acomodarse en su puesto pierde esa chispa, esa frescura, en definitiva esa ilusión y esas ganas de desempeñar su trabajo.

En definitiva en este país no se premia ni la inteligencia, ni el esfuerzo.

En este link os dejamos una noticia que nos llamó bastante la atención el otro día, un chico licenciado en Biología con un master en Ecología, rechazado en 10 universidades españolas para poder llevar acabo su doctorado y que en Estados Unidos le han ofrecido una beca para poder realizar su proyecto en 2 de las universidades de las 4 donde había mandado la solicitud.


Jose Carlos y Edurne.